Ciudad Juárez, Chih., 17 de febrero de 2016.


Versión estenográfica de las palabras de S.E. Mons. José Guadalupe Torres Campos, Obispo de Ciudad Juárez, durante la Santa Misa que ofició S.S. Papa Francisco, y llevada a cabo en el Área de la Feria, en esta ciudad.



Santísimo Padre: 


En nombre de la Diócesis del pueblo de Ciudad Juárez le manifiesto nuestra alegría y gratitud por su presencia entre nosotros. 


Usted ha venido a visitarnos en un momento clave de nuestra historia de la ciudad.


En años recientes hemos vivido acontecimientos realmente difíciles, que han dejado heridas en muchas familias de la comunidad. 


Los niños, los hombres y las mujeres de esta tierra y de gran parte de nuestra Nación hemos sentido en carne propia las consecuencias de una violencia y una ambición desmedidas. 


El solo anuncio de su visita nos llenó de esperanza, usted nos ha mirado con ternura, se ha interesado por nosotros. Hoy con su presencia paternal, nos sentimos muy bendecidos y acompañados por Cristo, el Buen Samaritano que se ha detenido a consolar y aliviar a su pueblo que ha quedado maltrecho, herido en el camino de la vida. 


Su mensaje llega a los hermanos y hermanas migrantes aquí presentes y a muchos más que nos acompañan del otro lado del Río Bravo, en el vecino país, Estados Unidos de Norteamérica.


Cerca de 50 mil personas nos han seguido a través de la transmisión de la Santa Misa, congregados en el Estadio Sun Bowl de El Paso, Texas. 


Santidad: 


Llega a término su viaje apostólico a México y estoy seguro, Santo Padre, que ha podido encontrar un pueblo de gran fe y fortaleza admirables. 


Ha podido encontrar a un pueblo de gran fe y fortaleza admirables, que a nosotros, los pastores, nos anima a seguir adelante en la gran misión continental. 


Muchos niños y jóvenes, mujeres y hombres por igual, se entregan cotidianamente a la tarea de la evangelización. Su ejemplo de vida y su mensaje nos reanima y llena de entusiasmo para, aun en medio de las adversidades, seguir viviendo y proclamando la alegría del Evangelio. 


Gracias por esta entrañable visita, por el gozo que ha traído a nuestra Patria, a la Iglesia en México, a Ciudad Juárez. 


Que su viaje de regreso a Roma sea tranquilo, lo acompaña la bendición de nuestra Madre Santísima de Guadalupe y el amor de los mexicanos. 


Nos encomendamos a su oración, cuente con nuestras oraciones y nos disponemos a recibir su bendición. 



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