Uno de los mayores tesoros de esta tierra mexicana tiene rostro joven, dijo el Papa Francisco a miles de jóvenes mexicanos que se reunieron con él la tarde del 16 de febrero en el Estadio “José María Morelos y Pavón”, en Morelia, Michoacán. Los jóvenes, enfatizó varias veces, son la riqueza de México, pero hay que transformarla en esperanza.

“La montaña puede tener minerales ricos que van a servir para el progreso de la humanidad, es su riqueza, pero esa riqueza hay que transformarla en esperanza con el trabajo, como hacen los mineros cuando van sacando esos minerales. Ustedes son la riqueza, hay que transformarla en esperanza”, explicó.

Y para que la esperanza pueda entrar al corazón, les dijo a los miles de jóvenes reunidos, es necesario que se valoren a sí mismos. La esperanza nace cuando se puede experimentar que no todo está perdido, que “no estoy perdido”.

El Papa Francisco advirtió que la principal amenaza a la esperanza son los discursos que te desvalorizan: “ te van como chupando el valor y terminas como caído, ¿no es cierto?, como arrugado, con el corazón triste”. Otra amenaza a la esperanza, mencionó, es cuando sientes que no le importas a nadie: “Eso mata, eso nos aniquila y esa es la puerta de ingreso para tanto dolor”.

El Papa reconoció que para los jóvenes “es difícil sentirse la riqueza” cuando están expuestos a la pérdida de amigos o familiares en manos del narcotráfico, de las drogas y de organizaciones criminales que siembran el terror. Es difícil sentirse la riqueza, añadió, cuando por ser jóvenes, se les usa para fines mezquinos, “seduciéndolos con promesas que al final no son reales, son pompas de jabón”.

No pierdan el encanto, dijo, de soñar, de caminar juntos; e invitó a los jóvenes a ir de la mano con Jesucristo: “Es Él quien despierta en mí, o sea, en cada uno de nosotros, el encanto de disfrutar, el encanto de soñar, el encanto de trabajar juntos”.

De la mano de Jesús, dijo, es que se puede decir que no es verdad que la única forma de ser joven es dejando la vida en manos del narcotráfico, que la única forma que tienen los jóvenes de vivir es en la marginación, en la pobreza y en la exclusión de oportunidades. “ Cuando todo parezca pesado, cuando parezca que se nos viene el mundo encima, abracen su cruz, abrácenlo a Él y, por favor, nunca se suelten de su mano, aunque los esté llevando adelante arrastrando; y, si se caen una vez, déjense levantar por Él”, dijo, y aseguró que el triunfo no se traduce en no caer sino en no permanecer caído.

A los miles de jóvenes, el Papa Francisco les aconsejó hacer uso de la “escuchoterapia” para ayudar a los amigos que los necesitan. También habló de la importancia de la familia como “piedra base de la construcción de una gran Nación”.

El Papa finalizó el encuentro con estas palabras: “Queridos hermanos, ustedes son la riqueza de este País y, cuando duden de eso, miren a Jesucristo, que es la esperanza, el que desmiente todos los intentos de hacerlos inútiles, o meros mercenarios de ambiciones ajenas”.

Después de escuchar el mensaje del Papa Francisco se hizo la bendición de la Cruz Misionera, de la cual sería entregada una réplica a un joven de las 93 diócesis.