“Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a familias con rostros maquillados que no han sabido de ternura y compasión”. Así defendió el Papa Francisco a la familia después de escuchar esta tarde, en el Estadio “Víctor Manuel Reyna”, en Tuxtla Gutiérrez, el testimonio de cuatro familias.

El testimonio de la familia Morales Montoya lo dio Manuel Alejandro, un adolescente de 14 años que tiene distrofia muscular. “Antes caminaba, corría, jugaba como todo niño, pero a los cinco años empecé a caerme”. Acompañado de sus padres, Manuel le contó al Santo Padre que ellos solían pelearse mucho, pero que cuando él y su familia empezaron a acercarse a Dios su fe y esperanza crecieron. “Sé que Dios me ha bendecido con esta capacidad especial”, añadió.

Manuel compartió ante todos que ahora realiza un trabajo de evangelización y pidió al Papa orar por los jóvenes. “Somos los consentidos de Dios, la esperanza de la Iglesia”.

Por parte de la familia Hernández Robledo, Menelio compartió con el Papa el testimonio de sus padres, quienes han vivido más de 50 años juntos y que renovaron el día de hoy sus votos matrimoniales: ellos dan testimonio de que el amor fiel es posible.

Melenio también reconoció el regalo de Dios a través de la persona del Sumo Pontífice, y dijo: “somos un pueblo que sufre pero que tiene esperanza, fe y mucho amor para seguir transmitiendo el amor de Dios a nuestros hijos y a las nuevas generaciones”.

Humberto Gómez y Claudia Castillo, divorciados vueltos a casar, contaron al Papa que aunque no pueden acceder a la Eucaristía, comulgan a través de la ayuda que le brindan a los enfermos, a los presos, a los que tienen hambre. “Somos bendecidos porque tenemos un matrimonio y una familia donde el centro es Dios”.

Por su parte, Beatriz, quien es una madre soltera, confesó que a lo largo de su vida ha experimentado la tristeza, el rechazo social y la soledad, y que incluso llegó a pensar en el aborto como una solución, pero que Dios la rescató anunciándole que la amaba, que no la rechazaba y que, sobre todo, la perdonaba. “Con ayuda de Dios he podido salir victoriosa de esas batallas”, dijo. “Santo Padre, sólo pido su bendición, oración y fortaleza para las miles de mujeres que se enfrentan ante la falsa salida del aborto, para que puedan encontrarse como yo con una Iglesia que les ama”.

“Antes de dar gracias por tu testimonio quiero dar gracias a tus padres, los dos, de rodillas delante tuyo, deteniéndote el papel”, le contestó el Papa a Manuel. “¿Vieron qué imagen es esa?... no se olviden de esa imagen”.

Después del testimonio del adolescente el Santo Padre reflexionó sobre el matrimonio: “¿Qué marido y qué mujer no se pelean? ¡Y más cuando se mete la suegra! Pero no importa, porque se aman y nos han demostrado que se aman y son capaces por el acto de ponerse de rodillas delante de su hijo amado”.

“Me gustó esa expresión que usaste: ‘echarle ganas’, como la actitud que tomaste después de hablar con tus padres. Comenzaste a echarle ganas a la vida... y nos has echado ganas a nosotros aquí reunidos. Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando, soñando y construyendo una vida que tenga sabor a hogar y a familia”, dijo el Papa dirigiéndose al adolescente, y preguntó a todos en el estadio: “¿Le echamos ganas?”.

El Obispo de Roma también recordó que vivir en familia no siempre es fácil, pero que es necesario tener paciencia y amor. Es falso, dijo, que una familia perfecta nunca pelea: “¡Es conveniente que de vez en cuando vuele un plato!”, y aconsejó que cuando esto suceda los esposos no terminen el día sin hacer la paz, “porque si terminan el día en guerra van a amanecer ya en guerra fría, y la guerra fría es muy peligrosa en la familia porque va socavando desde abajo las arrugas de la fidelidad conyugal”. Y las arrugas, completó, son las huellas de la historia propia.

“Prefiero familias arrugadas, con heridas, con cicatrices, pero que siguen andando, porque esas heridas, esas cicatrices, esas arrugas son fruto de la fidelidad de un amor que no siempre les fue fácil; el amor no es fácil, no es fácil, no, pero es lo más lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí: el verdadero amor para toda la vida”.

En el Estadio “Víctor Manuel Reyna”, el Papa rezó con los mexicanos: “Ustedes, queridos mexicanos, tienen un plus, corren con ventaja, tienen a la Madre, la Guadalupana. La Guadalupana quiso visitar estas tierras y esto nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueño llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella es madre, está siempre dispuesta a defender la familia, a defender nuestro futuro... los invito, como están, sin moverse mucho, a tomarse de la mano y decirle juntos a ella: ‘Dios te salve, María, llena eres de gracia...’”.

Después de su mensaje el Papa Francisco invitó a los esposos presentes a renovar sus promesas matrimoniales y a los novios a pedir la gracia de Dios para construir una familia fiel y llena de amor. Al finalizar el encuentro, pidió la intercesión del padre de la Sagrada Familia, San José.